La Oración

El pasado día 15, en nuestra clase de Estudio y Educación de la Mediúmnidad, hablamos extensamente sobre la Oración, aunque, como ya sabéis, será el próximo viernes 29 cuando concluiremos esta parte del estudio. Más adelante podremos volver a hablar sobre esta cuestión tan importante para todos nosotros y en concreto para el buen desarrollo mediúmnico con más profundidad.

En esta primera parte definimos de forma particular e íntima qué es para cada uno de nosotros la oración, cómo oramos y que papel tiene en nuestras vidas, y la importancia de incorporarla como un hábito saludable para nuestras almas que en esos momentos se encuentran permeables a las inspiraciones que nos llegan de lo Alto.

Tal y como nos dice el Evangelio según el Espiritismo: «La oración aproxima al hombre al Altísimo; es el lazo de unión entre el Cielo y la Tierra: no lo olvidéis.»

Por lo tanto es el medio de comunicación del alma que se abre y se hace permeable para ponerse a disposición del creador bien sea para agradecer, pedir, alabar, etc.

El alma en oración se hace humilde, se empequeñece ante la magnificencia de la creación y hace suyo el «Hágase en mí según Tu palabra». En definitiva se entrega con Amor, Fe y confianza.

La oración entre otras cosas que puedan añadirse nos proporciona:

-Armonía, paz, serenidad.

-Nos eleva por encima de nuestros problemas, dolores, preocupaciones y sufrimientos para el «Hágase Tu voluntad y no la mía» poniéndonos en disposición de servir humildemente.

-Nos procura nuevas fuerzas morales y nos hace reflexionar íntimamente sobre nuestras responsabilidades espirituales para enfrentar nuestras pruebas.

-Aparta de nosotros a los espíritus inferiores y sus sugestiones.

Después de estas conclusiones hablamos sobre si la oración requiere que se haga en un lugar específico. A este respecto tenemos que decir que no. No es necesario hacerlo en ningún lugar concreto pues la oración es una necesidad del alma, una llamada a la espiritualidad que puede tener lugar en cualquier sitio.

Recordemos como el Maestro Jesús tan sólo se apartaba a un lugar retirado de la multitud que le seguía, y hacía sus oraciones al contacto con la naturaleza, bajo las estrellas, al amanecer con el canto de las aves o con sus íntimos compartiendo sublimes vibraciones.

Podemos orar en cualquier lugar, en cualquier sitio siempre que encontremos un momento sereno para centrar nuestra mente, y podemos hacerlo solos o en compañía.

El poder de la oración no reside, como vimos, en las palabras sino en el pensamiento hecho con Amor y entrega que es lo que verdaderamente le otorga fuerza.

Seguidamente hablamos de la necesidad de la oración en el grupo espírita, el porqué de comenzar y acabar nuestras reuniones orando.

Sabemos, porque Jesús así nos lo dijo y porque así lo creemos, que donde hubiera o hubiese dos o más personas reunidas en su nombre allí estaría Él. Es por ello que para nosotros es tan importante hacer las oraciones en nuestros trabajos. Como cristianos que somos queremos que Jesús, nuestro Maestro, presida nuestras reuniones envolviéndonos en Su Paz y en Su Amor.

Queremos que nuestros centros sean núcleos fuertes donde el Amor y la Fraternidad sean nuestra carta de presentación y para ello qué mejor que orar unidos buscando con fervor y sinceridad la protección de los buenos Espíritus que nos alienten, renueven nuestras fuerzas, nos inspiren con su entrega desinteresada y aparte de nosotros la perturbación.

Así fue como dimos por terminada la clase del pasado viernes. Esta próxima clase la dedicaremos a estudiar cuál es la manera correcta de orar según nos aconseja la Doctrina Espírita, cómo han de ser estas oraciones, la importancia de la participación de todos los miembros del grupo, y la oración como disciplina indispensable para el buen desarrollo mediúmnico.

Os esperamos a todos.

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